lunes, 24 de agosto de 2009

Entrevista al dramaturgo

Carlos Bisurgi

¿Cuáles son las particularidades de escribir en un proceso como el que plantea Proyecto 3? ¿Qué dificultades y qué satisfacciones surgen en esa tarea?


Este proceso creativo platea un desafío para el dramaturgo. Observar, anotar, mirar más allá de lo evidente, no tener una idea previa, etc. Son cuestiones que nos dan una gran posibilidad creativa, pero también, una gran incertidumbre. Cada ensayo es generador de muchísimas obras posibles ¿Con cuál me quedo? Esa es la pregunta que me hacía al finalizar cada improvisación. Desenredar esta madeja genera un desafío y produce, al momento de escribir la obra, una gran angustia, especialmente por el acotado margen de tiempo. Es importante para el dramaturgo ver como sus textos cobran vida. Como esos cuerpos le dan el significado final al texto.

¿En qué aspectos considerás que el diálogo con el director y los actores enriquece tu propio trabajo y el del teatro en general?

La tarea del dramaturgo tiene que ver, en mi caso particular, con el trabajo solitario. Con el generar un material a partir de una imagen. Cuando se trabaja de esta forma uno comienza a entender realmente lo que es el hecho teatral. Ver los cuerpos accionando, las ideas escénicas que estos cuerpos provocan en el director, entender las necesidades de los actores y , fundamentalmente, sentir la energía que emana de cada improvisación. Hacen de la creación un suceso realmente vivo.

¿Qué valor pensás que tiene tu presencia (el dramaturgo en general) en todo el proceso de ensayos y dirección de la obra?

Al ser un trabajo en equipo cada integrante tiene la certeza de ser un eslabón importante en el proceso. No hay teatro sin estas tres patas. El valor del dramaturgo está en ordenar, en forma de texto, todas esas imágenes, aparentemente caóticas, dotarlas de organicidad.

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